NAVIDAD SIN AMBIENTE DE MIGUEL DELIBES (Comentario para el 4 de mayo)


-Ella nunca ponía el Niño de esa manera -dijo Chelo al sentarse a la mesa.
-Es lo mismo; cámbialo. Ni me di cuenta.
Cati se pasó delicadamente las manos por las mejillas sofocadas.
-Sentaos -dijo.
Raúl y Tomás hablaban junto a la chimenea.
Dijo Chelo:
-Mujer, es lo mismo. El caso es que el Niño presida, ¿no?
La silla crujió al sentarse Raúl, a la cabecera. Elvi rió al otro extremo.
-Deberías comer con más cuidado -dijo-. Yo no sé dónde vas a llegar.
Dijo Frutos:
-¿Por qué no habéis prendido lumbre como otros años?
A Cati le temblaba un poco la voz:
-Pensé que no hacía frío -levantó sus flacos hombros como disculpándose-. No sé...
-Bendice -dijo Toña.
La voz de Raúl, a la cabecera, tenía un volumen hinchado y creciente, como el retumbo de un trueno:
-Me pesé el jueves y he adelgazado, ya ves. Pásame el vino, Chelo, haz el favor.
Dijo Cati:
-Si queréis, prendo. Todavía estamos a tiempo.
Hubo una negativa general; una ruidosa, alborotada negativa.
-¿No bendices? -preguntó Toña.
Agregó Frutos:
-Yo, lo único por el ambiente; frío no hace.
Cati humilló ligeramente la cabeza y murmuró:
-Señor, da pan a los que tienen hambre y hambre a los que tienen pan.
Al concluir se santiguó.
Dijo Elvi:
-¡Qué bendición más original, chica! Ella nunca bendecía así.
Rodrigo miró furtivamente a su izquierda, hacia Cati:
-Se me hace raro no verla aquí, a mi lado, como otros años.
Tomás, Raúl y Frutos hablaban de las ventajas del «Seat 600» para aparcar en las grandes ciudades. Dijo Raúl:
-En carretera fatiga. Es ideal para la ciudad.
Chelo tenía los ojos húmedos cuando dijo:
-¿Os acordáis del año pasado? Ella lo presentía. Dijo: «Quién sabe si será la última Navidad que pasamos juntos.» ¿No os acordáis?
Hubo un silencio estremecido, quebrado por el repique de los cubiertos contra la loza. Raúl estalló:
-Llevaba veinte años diciendo lo mismo. Alguna vez tenía que ser. Es la vida, ¿no?
Cati carraspeó:
-Esa bendición se la oí un día al padre Martín. Es sobria y bonita. Me gustó.
Tomás levantó la voz:
-A mí, como no me gusta correr, tanto me da un coche grande como uno pequeño.
Elvi fruncía su naricita respingona cada vez que se disponía a hablar. Dijo:
-Raúl tiene pan, pero haría mejor pidiéndole a Dios que no le diese hambre. Si no, yo no sé dónde va a llegar.
Elena pasaba las fuentes alrededor de la mesa. Y cuando Elvi habló, unió su risa espontánea a la de los demás.
-No, gracias, hija; no quiero más -dijo Frutos con un breve gesto de la mano. Rodrigo denegó también. Dijo luego:
-Ella ponía la lombarda de otra manera. No sé exactamente lo que es, pero era una cosa diferente.
Raúl se volvió a Tomás:
-Pero, bueno ¿quieres decirme qué kilómetros haces tú?
Dijo Frutos:
-Con la chimenea apagada no me parece Nochebuena, la verdad.
Toña saltó:
-No es la chimenea.
Cati se inclinó hacia Rodrigo:
-Está rehogada con un poco de ajo, exactamente como ella lo hacía.
Elvi arrugó su naricilla:
-Sigo pensando en esa bendición tuya, tan original, Cati. Creo que no está bien. Para arreglar ese asunto entre los que tienen hambre y los que no tienen hambre, me parece que no es necesario molestar a Dios. Sería más sencillo decirles a los que tienen pan y no tienen hambre, que les den el pan que les sobra a los que tienen hambre y no tienen pan. De esa manera, todos contentos, ¿no os parece?
Tomás se soliviantó un poco:
-Haga los kilómetros que haga. Yo no tengo necesidad de correr y en carretera tanto me da un «Seiscientos» como un «Mercedes»; es lo que tengo que decir.
-A mí no me parece Nochebuena -dijo Frutos después de observar atentamente la habitación-. Aquí falta algo.
Chelo amusgó los ojos y miró hacia Cati:
-Cati, mona -dijo- si te miro así con los ojos medio cerrados, como vas de negro, todavía me parece que está ella -se inclinó hacia Raúl-. Raúl -añadió-, cierra los ojos un poco, así, y mira para Cati. ¿No es verdad que te recuerda a ella?
Cati hizo un esfuerzo para tragar. Toña hizo un esfuerzo para tragar. Raúl hizo un esfuerzo para tragar. Finalmente, entrecerró los ojos y dijo:
-Sí, puede que se le dé un aire.
Rodrigo se dirigió a Frutos, cruzando la conversación:
-No te pongas pelma con el ambiente. No es el ambiente. Es la lombarda; y el besugo también. Este año tienen otro gusto.
Frutos enarcó las cejas.
-Lo que sea no lo sé. Pero a mí no me parece que hoy sea Nochebuena.
Cati descarnaba el alón del pavo nerviosamente, con increíble destreza. Luego se lo llevaba a la boca con el tenedor en porciones minúsculas.
Dijo Raúl:
-Pásame el vino, Chelo, anda.
Chelo le pasó la botella. Inmediatamente se incorporó y, sin decir nada, colocó al Niño en ángulo recto con el largo de la mesa, encarando a Cati. Inquirió:
-¿Y así?
Dijo Elvi:
-No os molestéis. Es la bendición tan rara de Cati la que lo ha echado todo a perder.
Toña gritó:
-¡No es la bendición!
-Bueno, no os pongáis así. Lo que hay que hacer es beber un poco -dijo Raúl-. El ambiente va por dentro.
Y repartió vino en los vasos de alrededor.
Frutos se puso en pie y sacó del bolsillo una caja de fósforos:
-Aguarda un momento -dijo-. ¿Tenéis un papel? -se dirigió a la chimenea.
Chelo le dijo a Toña:
-Toña, por favor, cierra un poco los ojos, así, y mira para Cati.
-Déjame -dijo Toña.
Las llamas caracoleaban en el hogar. Frutos se incorporó con una mano en los riñones. Voceó mirando al fuego:
-Esto es otra cosa, ¿no?
Añadió Chelo:
-Yo no sé si es por el luto o que...
Frutos reculaba sin cesar de mirar a la lumbre:
-¿Qué? ¿Hay ambiente ahora o no hay ambiente?
Hubo un silencio prolongado, Rodrigo lo rompió al fin. Le dijo a Cati:
-¿Pusiste manzanas en el pavo?
-Sí, claro.
Rodrigo encogió los hombros imperceptiblemente. Frutos apartó su silla y se sentó de nuevo. Continuaba mirando al fuego. Toña le dijo irritada:
-No te molestes más; no es el fuego.
Elvi frunció su naricita:
-Cati -dijo-, si probaras a bendecir de otra manera, a lo mejor...
Se oyó un ronco sollozo. Raúl dejó el vaso de golpe, sobre la mesa.
-¡Lo que faltaba! -dijo-. ¿Pues no está llorando la boba ésta ahora? Cati, mujer, ¿puede saberse qué es lo que te pasa?


Enlaces interesantes sobre Miguel Delibes:





ETA Y LA NARRATIVA DE VILLAR RASO POR MORALES LOMAS


El zulo de los elegidos, Ed. Quadrivium, Girona, 2010, 282 págs.

La maestría literaria de Villar Raso ha sido contrastada a lo largo del tiempo en múltiples obras de variada temática, sobresaliendo su ciclo de novelas africanas a las que en su momento dedicamos un cumplido comentario.Su última creación, publicada por la editorial gerundense Quadrivium, El zulo de los elegidos, desarrolla una historia imposible. Existen retos para los narradores al construir espacios novelescos; sin embargo, la creación de un espacio narrativo como el existente en El zulo de los elegidos es complejo por cuanto nace de unas condiciones adversas: encerrar a un personaje, secuestrado por ETA durante doscientos sesenta y cinco días y ver qué pasa con él es de una gran osadía novelesca, porque es muy fácil caer en la monotonía inventada, en el pleonasmo, en la dispersión libresca o el recurso abusivo del monólogo interior. Todas estas posibilidades son salvadas con acierto y con unos presupuestos teóricos complejos Villar Raso logra construir una obra entretenida, variada y ágil que concita el interés y la atención del lector, pero sobre todo su humanidad, y alcanza la sustancialidad de la existencia, por cuanto a medida que avanza la obra los presupuestos iniciales (de corte político-social, fundamentalmente) cambian hacia los de la complejidad sentimental y vital del ser humano y su enmarañado mundo interior, que muchas veces vive ajeno al resto.Cuando el empresario Santos Rivera sale del Hotel Borges en Madrid, un comando de ETA lo secuestra y lo introduce en un zulo de dos metros sesenta por uno ochenta. A muchos lectores les sonará la anécdota que nace de los anales de la historia de ETA (de casos concretos) y sus felonías. No es nada nueva, lo nuevo es saber trasladar al lector una historia interesante con unos rudimentos tan reducidos. Ahí aparece el gran novelista. Todo el proceso narrativo se sostiene sobre el diálogo y los excursos narrativos que nos adentran en las reflexiones del protagonista sobre él mismo y sus secuestradores. Desde el punto de vista de la tercera persona omnisciente, el narrador no sólo hace creíble a sus personajes sino que logra llevar el proceso dramático y vivencial del mismo con un absoluto rigor. No hay nada para la galería y el protagonista piensa y se expresa con un realismo deslumbrante, no exento, a veces, de una componente neoexpresionista; pero sobretodo Villar Raso aspira a construir psicologías y procesos de construcción-deconstrucción de las mismas. También de evolución, por supuesto, ya que el Santos Rivera de las primeras líneas nada tiene que ver con el de las últimas.Santos Rivera es el hombre hecho a sí mismo: sin estudios construyó un emporio tras su paso por la construcción y su diversificación en las computadoras y el diseño, que declara en unas palabras seleccionadas por el novelista al inicio como fuente: “Soy uno de los elegidos por el terror que abre los ojos por primera vez y no consigo relajarme. He descubierto que el mundo perfecto, que había soñado a mi medida, no tiene el menor sentido”. Estas palabras anuncian cambios que se irán produciendo a medida que avance la anécdota novelesca. Esta terrible experiencia lo hace apreciar otras cosas, lo hace evolucionar: ser otro. Su aprendizaje es evidente: “Aprendes donde debes ir y lo poco que queda por hacer, lo poco que tienes ya que temer y esto se lo debo también a ellos. Porque sientes tu destino” (p. 255). Pero fundamentalmente descubre que, a pesar de todo, sigue siendo el amor, el amor hacia Miren, la etarra, el mejor instrumento para la ardua travesía de la existencia, el elixir que todo lo conmueve y todo lo ensalza y le evita la caída, su propia muerte: “En su mente estaba el zulo día y noche y una muchacha de pelo castaño que venía a verlo a todas horas y que siempre le sonreía” (p. 268). Siempre de la mano, a medida que el terror se hace monótono y habitual, surge el deseo, el amor que lo sustituye con su bondad y su eficacia como discurso valioso.El elemento temporal (con las prolepsis evidentes para organizar el gran magma personal) se confecciona desde la linealidad y a ello contribuye la estructura en capítulos que llevan el dígito de los días transcurridos en el zulo como prisionero. Al principio cree que la pintura (el símbolo del arte como efecto vital) le ayudará a salvar la locura del encierro, pero será el amor el último instrumento para no caer en la depresión y la depresión, a través de Miren, una de las etarras. La construcción del proceso psicológico de adaptación al medio y a su nueva realidad resulta efectiva a partir de la historia que va construyendo, su propia memoria de terror: el zulo de los elegidos.


VILLAR RASO Y MORALES LOMAS


En tan extenso proceso está presente tanto el análisis político de la realidad vasca con todos sus componentes sentimentales e irracionales como el psicológico de los miembros del comando que aparecen y desaparecen o son motivo de sus diálogos. Pero es a partir de la mitad de la obra cuando Miren va adquiriendo un compromiso progresivo y una función estética, pues crea el mestizaje de la novela de corte político-social con la de corte sentimental. Ahí radica el verdadero sentido. Si la vocación política se hubiera hecho exclusiva habríamos asistido a una novela más. La presencia de Miren y su relación con el secuestrado le da una originalidad precisa, una nueva dimensión, y aspira a evitar los tópicos profundizando en los afectos humanos como elementos de reconciliación aunque las ideas sean distintas. Santos Rivera es de otra clase, de otra visión socio-política, pero esto no impide el acercamiento sentimental (a pesar de la diferencia de edad) entre ambos. Este es el hecho novelesco y su valor simbólico y original. La angustia, la desolación, la ruina física y moral, el deterioro progresivo están presentes en la obra, pero sólo los sentimientos hacia ella, ni siquiera la posibilidad futura de ser liberado, lo hacen cambiar y resistir: sólo los afectos: “Un hombre no tiene vida sin una mujer (…) Esa noche, ella le haría compañía y todo lo daría por bueno si conseguía estar a solas con ella, y verla sonreír” (p. 139).Por supuesto que las consecuencias políticas están presentes en la obra, los raudos análisis sicológicos de los personajes (Mikel, Potot, Kepa, Idota…) a través de los diálogos, los enfrentamientos dialécticos, la conjunción de microrrelatos que van apoderándose a ratos de la estructura interna, los elementos oníricos como diapasón y la voluntad de fragmentariedad aleatoria que juega de contrapunto al proceso histórico-lineal de los personajes y la ficción: “Cuando se es mayor –le replicó don Santos sin inmutarse-, los ideales mueren, lo comprobará usted en su propia carne, y nos queda la televisión, el fútbol y la polaca. A mí nunca me ha interesado ni la televisión, ni el fútbol y la política ni cuando era joven. Sí me interesan los derechos humanos” (p. 194). De modo que sólo hay una linealidad aparente marcada por los estados psicológicos y el avance de los mismos. Por un momento la inquietud se adueña del lector, la sensación de terror; en otros, el erotismo y su constante presencia. Acaso sea el erotismo lo que surge cuando la muerte se presiente cercana.Sus ideas sobre el país –en los abundantes diálogos de la novela- son críticas y piensa que deben suceder cosas muy gordas para que cambie el statu quo reinante. Desde esta visión pesimista avanza curiosamente una idea optimista en su trabajo como individuo y ser creador de riqueza: “Ve a España tal como es, un país con poca entidad y con los sueños rotos, sin políticos con conciencia de lo que debieran ser, y le duele. A sus sesenta y dos años nunca lo había visto así; nunca ha hecho otra cosa en su vida que trabajar sin pararse a reflexionar (…) Ha despreciado los temas grandes de lavida y de la historia del país…” (p. 209). Pero todo ello cambia, su evolución se evidencia. Diríamos que se hace más humano y comprende el sentido de la humanidad desde sus propias sensaciones y experiencias vitales.El zulo de los elegidos es una buena apuesta novelesca que muestra una vez más la trascendencia de la narrativa de Manuel Villar Raso y ahonda en un proceso creador iniciado hace ya treinta y cinco años.

PRESENTACIÓN DE INVITACIÓN A LA LIBERTAD. LA POESÍA DE MANUEL ALTOLAGUIRRE

Rafael Ávila, Morales Lomas y Eduardo Vila en la presentación de Invitación a la libertad. La poesía de Manuel Altolaguirre.

Altolaguirre, más que un editor
Marina Martínez
La losa de «poeta menor» ha pesado sobre Manuel Altolaguirre (Málaga, 1905-Burgos, 1959) desde que entre los años veinte y treinta del pasado siglo despuntara como impresor. El reconocimiento de su valor en la edición ha eclipsado de tal forma su obra lírica que ha llegado a ser incluso desconocida para muchos. Ahora, en el 95 aniversario de su nacimiento, un grupo de escritores y profesores malagueños reivindican esa producción poética en 'Invitación a la libertad. La poesía de Manuel Altolaguirre', el primer ensayo publicado en España sobre la poesía completa del autor de la Generación del 27.Editada por la Universidad de Málaga (UMA), la obra pretende «hacer justicia» y cubrir el «déficit» existente en torno a la obra lírica del malagueño, sobre la que sí había estudios parciales. En este caso, quien abandera la iniciativa es el escritor Francisco Morales Lomas. El también presidente de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios y profesor de la UMA se ha aliado con su colega en la docencia Eduardo Vila y con los poetas Alberto Torés y Rafael Ávila para romper una lanza por los versos de Altolaguirre. Lo hacen a partir de la obra completa publicada en 1999 por la editorial Cátedra. A ella se añade 'Alba quieta', título inédito de 1927 que vio la luz en 2005 y que esconde una curiosa historia.Cuenta Morales Lomas que el reconocido impresor se la dio a leer a Juan Ramón Jiménez, pero este «no le hizo mucho caso», lo que le retrajo de publicarla. No en vano, según el coautor del ensayo, el poeta onubense consideraba al malagueño «a su nivel» y era él «por el que más afecto sentía» de los de su generación. Teniendo en cuenta lo crítico que era Jiménez, dice mucho del talento poético del que fuera fundador de 'Litoral'. Como recuerda Morales Lomas, ni él mismo «se dedicó a difundir su obra». Tampoco sus coetáneos. «Tenían muy buena consideración de él como persona, incluso le llamaban 'el ángel' por su generosidad y carácter bonachón; sin embargo, no lo trataron bien como poeta», aclara el también escritor que no deja lugar a dudas: «Es el gran poeta olvidado de la Generación del 27». Quizás porque «se centró en hacer una poesía propia, alejada de las modas». «Se sentía libre escribiendo poesía». De ahí el título del ensayo ('Invitación a la libertad'). También referente -destaca Alberto Torés- a la versatilidad artística de un poeta e impresor que también escribió teatro e hizo cine.Un valor añadido«La labor de impresor no debería verse como un desprestigio, sino como un plus», advierte Torés, para quien, como ocurriría a otros autores, el exilio, «más que una tragedia, «se convertiría en una fuente de enriquecimiento» para Altolaguirre.No perdería su esencia el malagueño. Ese carácter intimista que identifica su obra se vería complementado durante la República y la Guerra Civil con marcas propias de una época trágica para muchos. Eduardo Vila subraya entre ellos el dolor y la pérdida (por algunos familiares y por amigos como Lorca), la memoria y el futuro, y la alteridad -«la mirada al otro se visualiza mucho más», observa Vila-.
(Publicado en Diario Sur, Málaga, 13 de abril de 2010).
Algunos enlaces que contienen la noticia:
http://www.diariosur.es/v/20100413/cultura/altolaguirre-editor-20100413.html
http://noticias.terra.es/2010/local/0412/actualidad/el-libro-invitacion-a-la-libertad-rescata-la-figura-de-manuel-altolaguirre-como-escritor-ninguneado-por-la-critica.aspx
http://www.europapress.es/cultura/noticia-andalucia-libro-invitacion-libertad-rescata-figura-manuel-altolaguirre-escritor-ninguneado-critica-20100412170224.html
http://www.malagahoy.es/article/ocio/676396/ensayo/reivindica/la/singularidad/poetica/manuel/altolaguirre.html
http://www.laopiniondemalaga.es/luces-malaga/2010/04/12/altolaguirre-escritor-ninguneado-critica/333077.html
http://www.20minutos.es/noticia/675231/0/
http://www.diariosigloxxi.com/texto-ep/mostrar/20100412170224
http://www.adn.es/cultura/20100412/NWS-1572-Altolaguirre-libertad-completa-resalta-primer.html
http://www.ideal.es/agencias/20100412/mas-actualidad/cultura/primer-ensayo-sobre-obra-completa_201004121521.htmlcias/20100412/mas-actualidad/cultura/primer-ensayo-sobre-obra-completa_201004121521.html
http://www.elconfidencial.com/ultima-hora/primer-ensayo-sobre-completa-altolaguirre-resalta-20100412.html
http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/poesia/altolaguirre-un-escritor-ninguneado-por-la-critica_mPwBYlxBJ8uV2tfAO5Xm52/
http://www.diariolatorre.es/index.php?id=39&tx_ttnews%5Btt_news%5D=14213&tx_ttnews%5BbackPid%5D=1&cHash=ee0d72d22e
http://www.nortecastilla.es/agencias/20100412/mas-actualidad/cultura/primer-ensayo-sobre-obra-completa_201004121521.html
http://www.elcomerciodigital.com/agencias/20100412/mas-actualidad/cultura/primer-ensayo-sobre-obra-completa_201004121521.html
http://www.inicio.es/el-libro-invitacion-a-la-libertad-rescata-la-figura-de-manuel-altolaguirre-como-escritor-n-22.html
http://www.hoy.es/agencias/20100412/mas-actualidad/cultura/primer-ensayo-sobre-obra-completa_201004121521.html
http://www.noticias.com/el-primer-ensayo-sobre-la-obra-completa-de-altolaguirre-resalta-su-libertad.233918
http://www.que.es/sevilla/201004121702-libro-invitacion-libertad-rescata-figura.html
http://www.diarioronda.com/__n1283168__El_libro_Invitaci26232433Bn_a_la_libertad_26quot3Brescata26quot3B_la_figura_de_Manuel_Altolaguirre_como_escritor.html
http://www.diariofuengirola.es/__n1283168__El_libro_Invitaci26232433Bn_a_la_libertad_26quot3Brescata26quot3B_la_figura_de_Manuel_Altolaguirre_como_escritor.html?nocache=1



El próximo LUNES 12 ABRIL A LAS 20:00 se presenta en el ATENEO DE MÁLAGA (C/ COMPAÑÍA 2, MÁLAGA) la obra “Invitación a la libertad. La poesía de Manuel Altolaguirre”, el primer ensayo que se escribe en España sobre la obra poética completa del escritor malagueño.Ha sido publicado por la Universidad de Málaga en su colección “Estudios y Ensayos”, núm. 120, y ha participado en su elaboración Morales Lomas, Alberto Torés, Rafael Ávila y Eduardo Vila.




ÍNDICE


PRÓLOGO.


PRIMERA PARTE. La lírica de Manuel Altolaguirre hasta 1931.

1. Los difíciles comienzos y el concepto de poesía: la ontología estética
y San Juan de la Cruz.
2. El hermetismo y la presencia barroca, cauce de la tradición literaria.
3. La dialéctica del agua, de la luz y del viaje como retórica alegórica.
4. La deuda con Juan Ramón Jiménez. Intimismo, soledad y búsqueda
memorial.
5. El discurso de la naturaleza y el hombre como afinidades estéticas:
la licuación de la naturaleza y el ser.
6. El descubrimiento locuaz y monológico del amor y otros correlatos
vitales.
7. La antropología ascendente. Una obra olvidada: Alba quieta.


SEGUNDA PARTE. La República en su quehacer literario.

1. Manuel Altolaguirre y la libertad en tiempos de guerra: viaje al país
posible.
2. Alteridad e identidad.
3. Dolor y pérdida.
4. Memoria y futuro.


TERCERA PARTE. La guerra civil y el exilio. Poemas de encuentro y libertad.

1. El exilio al galope de la década de los cuarenta.
2. Fuentes y esencialización de la escritura poética.
3. La inquietud múltiple como eje constructivo.
4. La antítesis de su técnica metafórica.
5. A tinos y errancias de la crítica. La poética de la esperanza.



CUARTA PARTE. La lírica de Manuel Altolaguirre en la década de los cincuenta.

1. El retorno poético.
2. La mirada interior.
3. Hombre, naturaleza, paisaje.
4. Memoria y olvido.
5. El regreso.

BIBLIOGRAFÍA


(Fragmento del Prólogo)



Ni en la importante obra de Concha Zardoya, Poesía española del siglo XX (1974)[1] en cuatro volúmenes, centrada en la primera mitad del siglo XX, ni en la de Dámaso Alonso, Poetas españoles contemporáneos[2] (1978), ni en los críticos y compañeros de su generación hay monografía extensa alguna de la obra de Manuel Altolaguirre. Lo decía Garrido Moraga[3] en 1983 con meridiana claridad: “La bibliografía sobre Altolaguirre no nos ofrece demasiado, especialmente en cuanto a análisis de conjunto que sistematice las grandes unidades en que se articula la lírica del malagueño”.
Una generación, la del 27, «muy amistosa y unida» aunque en los epistolarios cruzados que se se han publicado hasta ahora[4] bien mostraron que no había tanto como se decía. Sirva de ejemplo el comentario que hacía Cernuda[5] (el gran y admirado amigo de Altolaguirre, testigo de su boda con Concha Méndez junto a Juan Ramón Jiménez, García Lorca y Guillén) sobre el poeta malagueño, aclarando previamente que este defecto que le imputa a su obra también lo hace de modo genérico a cualquier escritor que se precie: “No creo que se haya reconocido bien el valor de la poesía de Altolaguirre (…) Cierto que es desigual, a pesar de la brevedad de su obra; que al lado de un poema perfecto hay otro inefectivo; al lado de unos versos admirables, otros inexpertos. Pero eso no es razón bastante para explicar aquel desconocimiento de los lectores hacia la poesía de Altolaguirre”.
[1] Madrid: Gredos.
[2] Madrid: Gredos.
[3] Garrido Moraga, A. (1983). “La poesía de M. A.” en Analecta Malacitana, VI, 1, pp. 183-191 [183]. También lo reitera Esteban, J. (1977): “Altolaguirre, visto por sus compañeros de generación” en Ínsula, núm. 368-369, p. 5: “No deja de ser curioso que, siendo M. A. uno de los poetas de la generación del 27 menos estudiado y cuya bibliografía sobre su obra es, quizá, la menos extensa de todos, sea, sin embargo, el más citado y recordado por sus compañeros de generación que, sin duda, vieron en él algo que hasta ahora no hemos sido capaces de encontrar nosotros”.
[4] Aunque hay abundantes referencias a ellos, podemos citar los Altolaguirre, M. (1991): Epiostolario. De Altolaguirre a Gerardo Diego. (Ed. de Maya S. Altolaguirre). Madrid. Caballo Griego para la Poesía. Altolaguirre, M. (1989): Diez cartas a Concha Méndez. (Ed. de James Valender). Málaga: Centro Cultural de la Generación del 27. Hinojosa, J. Mª (1997): Epistolario (1922-1936). (Ed. de Julio Neira y Alfonso Sánchez Rodríguez). Sevilla: Fundación Genesian. García Lorca, F. (1997): Epistolario completo. (Eds. Andrew Anderson y Christopher Maurer). Madrid: Cátedra. Salinas, P. y Guillén, J. (1992): Correspondencia (1923-1941). (Ed. de Andrés Soria Olmedo). Barcelona: Tusquets. Diego, G. y Cossío, J. M. (1996): Epistolario. Nuevas claves de la generación del 27. (Ed. de Rafael Gómez de Tudanca). Alcalá-México: Universidad y FCE. Aleixandre, V. (1986): Epistolario. (Ed. de José Luis Cano). Madrid: Alianza Editorial y también de José Luis Cano (1992) la edición de Epistolario del 27. Cartas inéditas de Jorge Guillén, Luis Cernuda y Emilio Prados. Madrid: Versal-Cátedra. Prados, E. y Sanchis Banús, J. (1995): Correspondencia (1957-1962). (Ed. de Juan Manuel Díaz de Guereñu). Valencia: Pretextos.
[5] Esteban (1977: 5) Esteban recoge el comentario de Luis Cernuda sin citar el lugar o la fuente.
















Fechas exposiciones

ABRIL:
Martes 6: Grupo 42.
Lunes 12: Grupos 53, 26 y 28.
Martes 13: Grupo 30.
Lunes 19: Grupos 23, 22, 33.
Martes 20: Grupo 38.
Lunes 26: Grupos 21 y 16.
Martes 27: Grupo 7.

MAYO:
Lunes 3: Grupos 34 y 17.
Martes 4: Grupo 27.
Lunes 10: Grupos 6 y 36.
Martes 11: Grupo 29.
Lunes 17: Grupo 32, 9 y 43.
Martes 18: Grupo 13 (Invierno en Lisboa)
Lunes 24: Grupo 13 (Beltenebros)
Martes 25: Grupo 44 bis

NOTA: AQUELLOS ALUMNOS QUE NO ESTÉN INCLUIDOS EN ALGUNO DE ESTOS GRUPOS ES QUE NO HAN COMUNICADO EL GRUPO.LAS FECHAS DE EXPOSICIÓN NO PUEDEN SER CAMBIADAS SALVO POR CAUSA MÉDICA.

NARCISO DE MANUEL MÚJICA LÁINEZ COMENTARIO PARA EL MARTES 13 DE ABRIL


Si salía, encerraba a los gatos. Los buscaba, debajo de los muebles, en la ondulación de los cortinajes, detrás de los libros, y los llevaba en brazos, uno a uno, a su dormitorio. Allí se acomodaban sobre el sofá de felpa raída, hasta su regreso. Eran cuatro, cinco, seis, según los años, según se deshiciera de las crías, pero todos semejantes, grises y rayados y de un negro negrísimo.
Serafín no los dejaba en la salita que completaba, con un baño minúsculo, su exiguo departamento, en aquella vieja casa convertida, tras mil zurcidos y parches, en inquilinato mezquino, por temor de que la gatería trepase a la cómoda encima de la cual el espejo ensanchaba su soberbia.
Aquel heredado espejo constituía el solo lujo del ocupante. Era muy grande, con el marco dorado, enrulado, isabelino. Frente a él, cuando regresaba de la oficina, transcurría la mayor parte del tiempo de Serafín. Se sentaba a cierta distancia de la cómoda y contemplaba largamente, siempre en la misma actitud, la imagen que el marco ilustre le ofrecía: la de un muchacho de expresión misteriosa e innegable hermosura, que desde allí, la mano izquierda abierta como una flor en la solapa, lo miraba a él, fijos los ojos del uno en el otro. Entonces los gatos cruzaban el vano del dormitorio y lo rodeaban en silencio. Sabían que para permanecer en la sala debían hacerse olvidar, que no debían perturbar el examen meditabundo del solitario, y, aterciopelados, fantasmales, se echaban en torno del contemplador.
Las distracciones que antes debiera a la lectura y a la música propuesta por un antiguo fonógrafo habían terminado por dejar su sitio al único placer de la observación frente al espejo. Serafín se desquitaba así de las obligaciones tristes que le imponían las circunstancias. Nada, ni el libro más admirable ni la melodía más sutil, podía procurarle la paz, la felicidad que adeudaba a la imagen del espejo. Volvía cansado, desilusionado, herido, a su íntimo refugio, y la pureza de aquel rostro, de aquella mano puesta en la solapa le infundía nueva vitalidad. Pero no aplicaba el vigor que al espejo debía a ningún esfuerzo práctico. Ya casi no limpiaba las habitaciones, y la mugre se atascaba en el piso, en los muebles, en los muros, alrededor de la cama siempre deshecha. Apenas comía. Traía para los gatos, exclusivos partícipes de su clausura, unos trozos de carne cuyos restos contribuían al desorden, y si los vecinos se quejaban del hedor que manaba de su departamento se limitaba a encogerse de hombros, porque Serafín no lo percibía; Serafín no otorgaba importancia a nada que no fuese su espejo. Éste sí resplandecía, triunfal, en medio de la desolación y la acumulada basura. Brillaba su marco, y la imagen del muchacho hermoso parecía iluminada desde el interior.
Los gatos, entretanto, vagaban como sombras. Una noche, mientras Serafín cumplía su vigilante tarea frente a la quieta figura, uno lanzó un maullido loco y saltó sobre la cómoda. Serafín lo apartó violentamente, y los felinos no reanudaron la tentativa, pero cualquiera que no fuese él, cualquiera que no estuviese ensimismado en la contemplación absorbente, hubiese advertido en la nerviosidad gatuna, en el llamear de sus pupilas, un contenido deseo, que mantenía trémulos, electrizados, a los acompañantes de su abandono.
Serafín se sintió mal, muy mal, una tarde. Cuando regresó del trabajo, renunció por primera vez, desde que allí vivía, al goce secreto que el espejo le acordaba con invariable fidelidad, y se estiró en la cama. No había llevado comida, ni para los gatos ni para él. Con suaves maullidos, desconcertados por la traición a la costumbre, los gatos cercaron su lecho. El hambre los tornó audaces a medida que pasaban las horas, y valiéndose de dientes y uñas, tironearon de la colcha, pero su dueño inmóvil los dejó hacer. Llego así la mañana, avanzó la tarde, sin que variara la posición del yaciente, hasta que el reclamo voraz trastornó a los cautivos. Como si para ello se hubiesen concertado, irrumpieron en la salita, maulando desconsoladamente.
Allá arriba la victoria del espejo desdeñaba la miseria del conjunto. Atraía como una lámpara en la penumbra. Con ágiles brincos, los gatos invadieron la cómoda. Su furia se sumó a la alegría de sentirse libres y se pusieron a arañar el espejo. Entonces la gran imagen del muchacho desconocido que Serafín había encolado encima de la luna ­y que podía ser un afiche o la fotografía de un cuadro famoso, o de un muchacho cualquiera, bello, nunca se supo, porque los vecinos que entraron después en la sala sólo vieron unos arrancados papeles­ cedió a la ira de las garras, desgajada, lacerada, mutilada, descubriendo, bajo el simulacro de reflejo urdido por Serafín, chispas de cristal.
Luego los gatos volvieron al dormitorio, donde el hombre horrible, el deforme, el Narciso desesperado, conservaba la mano izquierda abierta como una flor sobre la solapa y empezaron a destrozarle la ropa.

ALGUNOS ENLACES DE MÚJICA LÁINEZ:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mujica.htm
http://es.wikisource.org/wiki/El_retrato_de_Dorian_Gray (El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde)