La noche de los tiempos de Muñoz Molina por Morales Lomas



La noche de los tiempos es una novela densa y compleja que tiene como base de desarrollo la historia de Judith Biely e Ignacio Abel, en medio del marasmo de los acontecimientos históricos (la guerra civil y la República) que destrozan sus propios procesos vitales. Sin duda estamos ante una de las últimas grandes novelas españolas de lo que va de siglo. Aunque puede que en sus novecientas cincuenta y ocho páginas haya momentos para ser recurrente. A través de las diversas técnicas narrativas que pone en marcha, deudoras de John Dos Passos y Manhattan Transfer, sobre todo el collage y la narración disociativa y fragmentaria que revela la técnica cinematográfica de los veinte, la ruptura del final de las historias que parecen no tener fin (de hecho pocas de ellas lo tiene, la de Rossman), aunque se intuya, y también la novela experimental del 60 en los cambios en la focalización que van desde la primera persona al narrador omnisciente, el monólogo interior, el juego temporal pasado-presente desde esa primera persona anónima que se pone en el lugar del protagonista y explica su tiempo y su vida.
No es una novela sobre la guerra civil sino sobre su atmósfera vital, ideológica y psicológica. La historia amorosa con la americana Judith Biely, la República y la guerra civil llegan al unísono a través de los ojos del socialista y ugetista Ignacio Abel, el protagonista, hijo de una portera de la calle Toledo y un albañil venido a más. Un personaje que desde el principio se muestra decepcionado, conforme, indiferente, ensimismado. Una lectura discutible pero valiosa por su actitud descreída, crítica, heterodoxa, impertinente, ajena a ese bipartidismo que ha contaminado todo lo tocado por los escritores españoles desde el año 40. Su actitud es de distanciamiento y crítica, así como su ausencia de compromiso con las ideas enfrentadas (a pesar de tener dos carnés de izquierda), con esas luchas de poder a las que permanece ajeno. Quizá estas ideas se justifican con las expresadas por el autor en alguna entrevista sobre el hecho de que «a mí no me interesaba hacer ideología, me interesa contar las cosas, qué siente la gente, como es la muerte...». Creo en cualquier caso que lo que pretende Muñoz Molina es rehuir del bipartidismo tradicional y desde posturas de izquierda ser crítico con lo que sucedió en uno y otro bando. Abel no pertenece a este tiempo, su pensamiento va por otros derroteros y no comprende las razones del enfrentamiento civil. Es uno de los valores del libro así como la forma de introducirlos, con leves trazos, sin la contundencia del discurso ensayístico y sí con ese valor a diáspora en la que vive el protagonista. Otra cosa es que este lector que suscriba los comparta, como tampoco comparte sus juicios burlescos que llegan al esperpento sobre Alberti y María Teresa León, Bergamín, etc. La historia amorosa de Ignacio Abel, un arquitecto de familia humilde que trabaja en la construcción de la Ciudad Universitaria, y la judía americana, Judith Biely, una mujer que recala en Madrid. ¿Qué puede suceder en una historia amorosa? Aquí se trata de la historia del intelectual que se enamora de la extrajera idealista, una extranjera enamorada de España y de lo español que al final decide regresar a España y dejar abandonado a su amor porque ha sido ésta (España) y no él quien le ha convencido de que vale la pena luchar por unas ideas identificadas con la España en peligro antes de quedarse a vivir con un hombre sin valor. Ignacio Abel es un hombre ajeno, sin espíritu (como algunos protagonistas de Baroja), que vive en un mundo que no es el suyo, un hombre para el que la existencia es su trabajo, hasta que conoce a Judith, desde ese momento sólo cree en ella.
En definitiva, La noche de los tiempos es una historia de amor y de guerra. Una historia que emplea todas las técnicas narrativas heredadas de Joyce, Faulkner o John dos Passos y un héroe barojiano cuya única existencia se queda prendida de una mujer y de una construcción arquitectónica. Curiosa profesión y perfectamente empleada por Muñoz Molina con su valor alegórico, pues, mientras Ignacio Abel quiere construir (la Ciudad Universitaria) y su propia singladura vital junto a Judith, todo se derrumbará a su alrededor.

A. Muñoz Molina, La noche de los tiempos, Barcelona, Seix Barral, 2009, 958 págs.


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